El solitario equidna de hocico corto busca pareja
entre mayo y septiembre; el tiempo exacto de la temporada de
apareamiento varía de una zona geográfica a otra. Tanto los machos como
las hembras emiten un fuerte olor durante la temporada de
apareamiento. Durante el festejo (observado por primera vez en 1989)
los machos encuentran y siguen a las hembras. Grupos de hasta diez
machos pueden seguir una única hembra en un ritual de festejo que puede
durar hasta cuatro semanas; la duración de este periodo también varía
entre áreas geográficas. En las regiones más frías de su distribución,
como Tasmania, las hembras pueden aparearse pocas horas después de
despertarse de la hibernación.
Después de un periodo de gestación
de entre 9 y 27 días, la hembra, desde la cloaca, deposita directamente
un único huevo en el marsupio ventral transitorio, del que nacerá la
cría 10-11 días después. La cáscara es correosa y flexible, y la cría,
para salir del huevo, tendrá que romper la cáscara con la ayuda de los
dientes de leche. Permanecerá en el marsupio alrededor de dos meses,
lamiendo la leche que resbala por los pelos de la madre hasta el
interior de la bolsa. Cuando las espinas de la cría comienzan a crecer,
es depositada en el interior de un hueco excavado por la madre, que
regresa ocasionalmente a alimentarla hasta que alcanza los seis meses
de edad. La leche es de color rosa debido a una proteína que contiene
hierro.
Los jóvenes son independientes
alrededor de un año después del nacimiento. La longevidad de esta
especie es notoria, existiendo datos de animales en cautividad que han
alcanzado los 50 años de edad.
Es un animal de carácter huidizo,
que al sentirse amenazado se enrosca sobre sí mismo a la manera de un
erizo, o se entierra exponiendo el dorso cubierto de púas a modo de
escudo. Cuando es perseguido por una galería, es capaz de excavar
rápidamente en sentido contrario al peligro (con la espalda protegida
por las peligrosas púas) hasta que encuentre un terreno excesivamente
duro, procediendo entonces a enroscarse sobre sí mismo.
Cada individuo se mueve por un
territorio de aproximadamente 800 metros, solapándose con los de otros
congéneres, sin que los encuentros tengan repercusión alguna entre
ellos, que continúan impasibles y solitarios su deambular en busca de
alimento. Los nidos no parecen tener una posición concreta en el
territorio. Cuando se mantienen en cautividad con otros congéneres, se
producen reacciones de mutua tolerancia, si bien se establece una
estructura jerárquica entre los individuos del mismo sexo.
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